El animal tiene tolerancia a las
alteraciones de la rutina, pero si son excesivas, o nunca hay una
rutina, vivirá en un estado de tensión permanente, que acusa en su
salud.
El control veterinario.
Si se ha adquirido el
cachorro de un criador reconocido oficialmente, o de una tienda
de animales de cierto prestigio, lo más probable es que ya haya
recibido su primer lote de vacunas y esté sano. En el caso de que se
haya recogido de la calle, regalado por un amigo, o comprado a un
particular, lo primero que se ha de hacer es llevarlo al
veterinario.
En los primeros meses de vida hay que administrarle una serie de
vacunas cuya naturaleza y periodicidad determinará el veterinario; y
en cuanto cumpla el primer a�o hay que inmunizarle contra la rabia;
y a partir de ahí, una revacunación anual. En ningún caso hay que
olvidarse de hacerlo puesto que, además de ser obligatorio por ley,
la rabia es una enfermedad mortal y susceptible de contagiarse a las
personas.
Además de la vacunación, no está de más aprovechar la visita anual
para hacer al perro una revisión general con el fin de prevenir
cualquier incidente.
Parásitos internos.
Comunmente se conocen como lombrices. Desparasitar al
perro es una operación necesaria antes de la vacunación y para
la cual el veterinario facilitará la información adecuada en cuanto
a cuándo ha de hacerse y con que medicamento.
En cualquier caso, si el dueño ve señales de lombrices (sobre todo
en las heces), hay que extremar las medidas de higiene como: recoger
siempre las deposiciones del
perro para evitar contagios a otros animales, lavarse las manos
despues de un contacto prolongado con el animal, evitar su saliva,
que puede transportar gérmenes; y mantener al perro alejado de otros
animales.
Parásitos externos.
Como regla general, y a nivel preventivo, se pueden resumir los
cuidados en lo siguiente: uso de collares antiparásitos, mantener
limpio el entorno del perro, cepillarle el pelo con frecuencia y
usar después algún spray insecticida. También es muy importante la
observación del animal; vigilando si se rasca demasiado; si se le
cae el pelo; si tiene lesiones en la piel o si tiene garrapatas.
Los parésitos más habituales son las pulgas, las garrapatas, que son
muy peligrosas porque pueden transmitir al perro la piroplasmosis y
llegan a tener el tamaño de un guisante; y los piojos, que chupan la
sangre del animal y anidan sobre su pelo pudiendo causar lesiones
cutáneas de gravedad y en los cachorros una anemia grave y
agotamiento del organismo, a veces con consecuencias fatales.
La dieta adecuada.
Este aspecto dependerá de la edad, sexo,
raza y tipo de vida del animal. La mayoría de las marcas de
comida para perros tienen una gama variada de alimentos (para
cachorros, para perros viejos, para hembras gestantes, etc) y, además,
suelen proporcionar información acerca de la cantidad de comida que
ha de contener la ración diaria en función del peso y raza del
perro.
Hay que tener en cuenta que en determinadas situaciones, como en
verano, el
perro come menos cantidad de alimento debido al calor; y no hay
que obligarle a que termine su ración. También hay que evitar darle
comida después de que haga ejercicio, ya que pueden presentarse
problemas en la digestión y cambiarle bruscamente la dieta, puesto
que el animal debe adaptarse poco a poco a un nuevo tipo de comida.
Ejercicio regular.
Para que la
mascota esté sana y en forma, debe hacer ejercicio
periódicamente. Sin embargo, hay que evitar las horas del día en que
hace más calor; ya que el perro tiende a pasarlas durmiendo. Ademas,
como las personas, los perros sufren lesiones, tirones, esguinces,
por lo que habrá que controlar su actividad física y procurar que no
se exceda en el ejercicio ni realice actividades peligrosas.
Actuar ante las enfermedades.
Dado el elevado número de enfermedades que puede padecer el
perro, resulta muy difícil realizar una lista, por lo que, ante
cualquier síntoma irregular, conviene llevarlo al veterinario que
actuará en consecuencia con las medidas oportunas.
Algunas de las señales que deben despertar la alerta del dueño son:
caídas de pelo o lesiones en la piel, alteraciones en el ritmo
respiratorio, tos persistente, cambios en el comportamiento o en el
carácter, pulso acelerado, v�mitos y diarreas continuadas, extrema
delgadez, temblores, suciedad en la lengua, inapetencia continuada,
parálisis o cualquier muestra de dolor.
Accidentes más comunes.
Ante cualquier percance hay que fijarse en el estado de conciencia
del animal. Si éste se encuentra consciente, es importante tener
cuidado con las posibles reacciones producidas por el shock como
mordeduras originadas por la ansiedad o movimientos que puedan
agravar el estado del
perro.
En caso de atropello, o en caídas desde cierta altura, hay que tener
en cuenta que el carácter de las lesiones puede ser interno y
externo, por lo que se tendrá que inmovilizar al animal y llamar al
veterinario. Ante luxaciones o fracturas en las patas se tiene que
evitar que el perro camine. Si no se sabe inmovilizar una fractura o
luxación, es mejor hacer que se quede tumbado hasta que se consiga
la ayuda necesaria.
Las heridas conviene tratarlas según
su alcance. Si son superficiales pueden ser curadas por el mismo
dueño con agua oxigenada, mercromina y gasas; pero si se precisa de
puntos de sutura, hay que trasladar al
perro a urgencias procurando que no se rasque o se muerda en la
zona afectada. En caso de que las heridas se hayan producido en el
transcurso de una pelea con otro animal, es necesario consultar con
el veterinario ante el peligro de que haya contraído alguna
enfermedad.
Cuando el animal presenta postración general, pulso acelerado pero
débil, mirada con expresión de angustia, movimientos torpes y mal
coordinados y temperatura elevada, es posible que haya sufrido una
insolación. En estos casos, y aunque una sencilla prevención es la
mejor medida, ha de refrescarse al
perro con agua y acudir inmediatamente al veterinario.
Ante los golpes en la cara, lo principal es evitar que el
perro se toque en la zona fracturada y acudir al especialista.
Si se ha roto algún diente, habrá que hacerle un empaste para que no
se deteriore. Además, si la rotura llega al nervio, necesita una
endodoncia o, de lo contrario, cada vez que muerda algo le dolerá.
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